Loz Cazafantasmas

Los Cazafantasmas (1984) [Ghostbusters]

Los Cazafantasmas es una película emblemática de los ochenta, en concreto de la Era Reagan, en la que en EEUU se recuperó la idea del sueño americano, el orgullo de prosperar en la vida, y del capitalismo y la empresarialidad como antídoto al comunismo del bloque soviético.

Más allá del humor y el esoterimso que la impregnan, la película contiene un claro subtexto en defensa del pequeño empresario, en contra de la burocracia y de la regulación gubernamental. No en vano los protagonistas son profesores universitarios que pierden su financiación por culpa de los recortes y, lejos de protestar, emprenden un pequeño negocio que rápidamente se expande, empieza a contratar y a ganar dinero hasta que un funcionario, el malo de la película, decide llevarles la contraria basándose en opaca reglamentación medioambiental.

Hay dos escenas que resumen el espíritu de la película a la perfección. En la primera de ellas, el personaje interpretado por Dan Aykroyd le dice al encarnado por Bill Murray: «A mí me gustaba la Universidad, teníamos dinero e instalaciones, no hacía falta producir nada. Nunca has trabajado fuera de ella, no sabes cómo funciona el mundo exterior. Yo trabajé en el sector privado. ¡Quieren resultados!»

La otra escena con claro espíritu libertario es en la que el malo de la película, el funcionario Walter Peck, entra en la próspera empresa de Los Cazafantasmas para clausurarla, acompañado de un policía armado, un técnico del ayuntamiento (bastante incompetente) y con un puñado de papeles oficiales que esgrime amenazante. Uno de los protagonistas, interpretado por Harold Ramis -también guionista de la película-, le explica que se trata de una propiedad privada y que si apaga el generador desencadenará un apocalipsis en la ciudad (al liberar a los fantasmas atrapados que la máquina retenía) y que es muy peligroso. El funcionario dice que los peligrosos son ellos ya que infringen una docena de normas medioambientales y que no le impresiona con sus palabras ya que no es «tan estúpido como la gente a la que suele timar». Es decir, el funcionario cree saber mejor que los clientes si lo que hace la empresa es bueno o malo para ellos. La típica fatal arrogancia del burócrata que cree que desde un despacho sabe mejor que los propios interesados lo que es mejor para ellos y qué hacer con su dinero. Además, en la escena se pone de manifiesto que el funcionario es un amargado y resentido por el ninguneo que ha recibido por parte de uno de los cazafantasmas con anterioridad y que envidia la prosperidad de su negocio. En su enfado llega a pedir al policía que dispare contra quien se oponga al apagado de la máquina.

Finalmente el técnico, al que se pinta como un inútil y desactualizado trabajador público, apaga la máquina, desencadenando el previsto desastre fantasmagórico, del cual responsabiliza a Los Cazafantasmas y pretende que se les detenga por ello.

Ivan Reitman, director de la película, declaró que nunca imaginó que la película se convirtiera en una referencia para los libertarios y algunos republicanos. «Siempre he sido una especie de conservador-barra-libertario. La primera película trata sobre montar un negocio y emprender por tu cuenta, es anti-EPA (Environmental Protection Agency – una especie de Ministerio de Media Ambiente americano) y anti-demasiada-regulación-gubernamental. Tiene un muy interesante punto de vista que ha tenido repercusión.»

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